El yoga va más allá de una hora de clase. Ese aprendizaje que comienza sobre una esterilla se acaba incorporando al día a día y termina por ser una forma de entender y afrontar la vida.
De la parte física se pasa a la mental, ayudando esta disciplina a profundizar y entender tus emociones. A medida que avances en esta práctica, te irás encontrando mejor a todos los niveles y esto se verá reflejado en una mejora de tu humor, más empatía y más facilidad para abrirte a los demás, lo que hará que te relaciones de forma mucho más sana con tu entorno.
A pesar de que todo progreso está vinculado al ritmo, evolución y cuerpo de cada persona, teniendo una práctica –unas dos veces por semana– en cuatro o seis semanas empezarás a notar pequeños avances. «Desde el momento en el que vamos siendo más conscientes de nuestra respiración y los efectos que produce en nuestro metabolismo es cuando notamos que algo empieza a cambiar, ayudándonos a modificar hábitos posturales y estados anímicos que nos afectan».
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